PERÚ AVANZA EN SERVICIOS DE AGUA POTABLE, PERO ENFRENTA DESAFÍOS CLAVE
Economía circular: clave para optimizar el recurso hídrico
La economía circular se posiciona como una solución estratégica para hacer frente a los desafíos relacionados con el manejo del agua. Este enfoque no solo busca maximizar el aprovechamiento de los recursos, sino también minimizar los desechos y promover la sostenibilidad. Al reutilizar y reciclar el agua, no solo se incrementa su disponibilidad, sino que también se generan beneficios económicos que impactan positivamente en las comunidades. Por ejemplo, el tratamiento de las aguas residuales permite la creación de subproductos como biogás o electricidad, aprovechando los sólidos recuperados en el proceso. Estos subproductos, a su vez, pueden ser utilizados como fuente de energía renovable, contribuyendo a una economía más verde y autosuficiente.
En ciudades como Lima, donde aproximadamente el 40% del agua servida no es tratada, implementar prácticas de economía circular podría transformar el manejo del recurso hídrico de manera radical. La reutilización de estas aguas tratadas permitiría no solo abastecer a sectores urbanos, sino también liberar recursos para aplicaciones críticas como la agricultura. Cada gota reciclada en el sector agrícola podría ser utilizada para mejorar la irrigación, optimizar la productividad y garantizar la seguridad alimentaria, lo que representa un impacto positivo tanto económico como social.
El impacto del cambio climático en los recursos hídricos
El cambio climático ha exacerbado los problemas relacionados con la gestión del agua en Perú y en el mundo. Fenómenos como lluvias irregulares, sequías prolongadas y eventos extremos están alterando los ciclos hidrológicos, dificultando la previsión y gestión adecuada del recurso. Esto no solo afecta la disponibilidad de agua para consumo humano, sino también para actividades clave como la agricultura, la industria y la generación de energía. La creciente brecha entre la demanda y la oferta del recurso hídrico subraya la urgencia de adoptar estrategias innovadoras que garanticen su sostenibilidad.
En este contexto, la reutilización del agua se convierte en una estrategia esencial. Garantizar que las aguas residuales sean tratadas y recicladas equivale a añadir nuevas fuentes al sistema, aumentando la resiliencia frente a los efectos del cambio climático. Sin esta capacidad de adaptación, los impactos serían devastadores: agricultores perderían cosechas, industrias disminuirían su producción y miles de empleos estarían en riesgo, con consecuencias significativas para la economía nacional.
Cooperación internacional: una herramienta crucial
La gestión sostenible del agua requiere no solo tecnología y estrategias locales, sino también cooperación internacional. Las organizaciones de cuencas hidrográficas son un ejemplo exitoso de cómo los países pueden trabajar juntos para gestionar recursos compartidos de manera eficiente. Estas instituciones permiten coordinar inversiones conjuntas, optimizar el uso del agua y reducir conflictos entre comunidades que dependen del mismo recurso.
Mediante acuerdos internacionales basados en convenios sobre el agua, se han logrado importantes avances, como la reducción de pérdidas económicas asociadas a inundaciones y sequías. Además, estos acuerdos han contribuido a mejorar la calidad de vida de comunidades enteras, fortaleciendo su resiliencia frente a la pobreza y los desastres naturales. La cooperación internacional no solo fomenta la estabilidad en las regiones que comparten recursos hídricos, sino que también actúa como un catalizador para el desarrollo económico, social y ambiental.
Perú, al igual que otros países, enfrenta el desafío de garantizar que el agua sea suficiente y sostenible para satisfacer las necesidades de su población, así como las de los sectores productivos. Adoptar el enfoque de economía circular, combinado con una sólida cooperación internacional, es fundamental para construir un futuro resiliente y garantizar el acceso equitativo a este recurso vital.